miércoles, 9 de septiembre de 2009

¿Quiénes trabajan más, las mujeres o los hombres?






Fíjense ustedes que en mi primer entrada comentaba que en total, en México, hay casi la misma cantidad de mujeres que de hombres, (51% ♀ y 49% ♂). Pero... ¿trabajan por igual? Si sí, pues qué división del trabajo tan democrática... pero si no, pues qué división del trabajo tan desigual... A ver, piénsenle, ¿cuál será la respuesta correcta? ¿quiénes trabajan más, los hombres o las mujeres, y por qué?


De entrada, hay una bronca en cuanto a lo que se considera trabajo y lo que no. Muchas personas sólo consideran trabajo aquella actividad que les representa un ingreso en dinero o en especie. Y sin embargo, como diría mi abuelita, los calcetines y los trastes no se lavan solos; o sea que hay muchas personas que hacemos estas actividades lejos de cobrar por hacerlas (aunque ─ojo─ para muchas personas sí representa una actividad laboral). Sin embargo, la visión de que estas actividades no son "trabajo", se manifiesta, por ejemplo, en el hecho de que no le llamamos trabajo a lavar trastes, trapear o planchar, sino que le decimos "quehacer'" (pronúnciese la primera "e" como "i", por fa'.) Entonces resulta que el quihacer' no es trabajo, porque no me gano dinero haciéndolo, es decir, no es productivo, es más, hasta es visto como una pérdida de tiempo. (¿Lavar trastes en lugar de irme a trabajar (o de reven')? O sea, ¡por favor!). Marx, analizando el trabajo en el sistema capitalista, advirtió que todo trabajo es una actividad productiva pero que no toda actividad productiva es trabajo. Es decir, sólo las actividades útiles al proceso de la producción son consideradas "trabajo" por el sistema, y las demás pues no. Pero sí son productivas.

Y lo son porque efectivamente nos permiten mantener el sistema en funcionamiento, ¿o alguien vive en una casa que no se necesite barrer ni trapear y usa ropa que no se necesite lavar y planchar y come en trastes que no se necesiten lavar y secar? Nuestras actividades cotidianas serían imposibles si estos quihaceres' no se llevaran a cabo. Nada más imagínense llegar al excusado todo cochino, o comer siempre en trastes sucios llenos de cochambre... Guácala, hay que lavarlos aunque no nos paguen por ello ─o pagar por que los laven─.

Afortunadamente el INEGI incorpora dentro de su conteo de población 2008 la categoría de trabajo doméstico en su análisis del trabajo y las ocupaciones de las personas.

Y los datos de 2007 son los siguientes.

44.4 millones de mexicanos conforman una masa de gente que los economistas llaman población económicamente activa, PEA, que comprende a todas las personas mayores de 14 años de ambos sexos que aportan su trabajo para producir bienes y servicios económicos. El 62.4% son hombres y el 37.6% son mujeres, y llevan a cabo las siguientes actividades.


Revisemos estos datos por categoría.

Personas que sólo trabajan

(♀ 3% y ♂ 42%)

42 de cada 100 hombres única y exclusivamente trabajan, es decir, no mueven un dedo para hacer quihacer'. Mientras que tan sólo 3 de cada 100 mujeres disfrutan de sólo trabajar. ¿Eso quiere decir que los hombres son 14 veces más flojos que las mujeres? Yo no creo que quiera decir eso ─o sólamente eso─, esta distancia contiene factores cuantitativos como el hecho de que menos mujeres que hombres conforman la PEA, pero también éste mismo factor cuantitativo tiene un sustrato cultural, como por ejemplo la idea de que las mujeres no deben trabajar sino quedarse en casa.

Personas que trabajan y estudian
(♀ 1% y ♂ 2%)

Resulta ser que el doble de hombres que de mujeres estudian y trabajan. El estudio como factor incorporado a la vida de las personas pareciera reducir dramáticamente las diferencias de actividades entre uno y otro sexo. Sin embargo, en nuestra sociedad sigue presente la cuestionable figura culturalmente arraigada del hombre proveedor.

Personas que trabajan y hacen quehaceres domésticos

(♀ 90% y ♂ 52%)

Ah-ha-ha: aquí es donde quedan de manifiesto los grandes desequilibrios en cuanto a la realización de actividades domésticas. Si bien es cierto que en los últimos años ha habido un avance en cuanto a la participación masculina en las labores domésticas, las diferencias aún son muy marcadas. Mientras que 9 de cada 10 mujeres que trabajan colabora en quehaceres domésticos, o sea, casi todas, tan sólo la mitad de los hombres en esta misma situación realiza quehacer en el hogar.

Superheroínas y Superhéroes: Los que trabajan, estudian y hacen quehaceres domésticos

(♀ 5.811% y ♂ 3.544%)

969,601 mujeres y 982,618 hombres, juntos suman los casi dos millones de personas que estudian, trabajan y hacen quehaceres domésticos, labor realmente admirable y que significativamente alínea actividades masculinas y femeninas: ¿Será que, al compartir esfuerzos, hombres y mujeres tendemos a una división más equitativa del trabajo? Yo creo que sí, y espero que estos datos inspiren a todas esas mujeres trabajadoras a no tolerar la indiferencia de sus congéneres masculinos en todas las actividades productivas de la vida.

En realidad, esta entrada no tenía la intención de responder la pregunta de su propio título, aunque ya vimos los números. Más bien, la intención era plantear las siguientes preguntas:

¿Por qué la división del trabajo entre hombres y mujeres tiene que ser como es?

¿No puede ser de otra manera más equitativa?

No hay comentarios: